sábado, 13 de julio de 2024

La Torre de los Valores Perdidos.


En la penumbra de un castillo medieval, donde las antorchas proyectan sombras danzantes sobre muros de piedra fría y musgo, se encuentra un hombre cuya alma se ha convertido en un laberinto de desilusiones. Su nombre es René, y en sus ojos brilla el eco de sueños perdidos y valores traicionados.

René había sido un caballero de noble linaje, su vida guiada por un código de honor y justicia. Su espada, forjada en el fuego de la virtud, había defendido a los oprimidos y llevado esperanza a los corazones abatidos. Pero la fortaleza de su espíritu se debilitó cuando decidió apoyar las causas de aquellos que consideraba sus amigos, entregándose sin reservas a sus luchas y olvidando su propio horizonte.

Entre sus compañeros se encontraba Armand, un caballero de semblante severo y mirada penetrante, cuya ambición era tan insaciable como el hambre de un lobo en invierno. Armand, cuyas manos habían empuñado la bandera de la rebelión, parecía compartir el ardor de René. Sin embargo, bajo su capa de lealtad se ocultaba una envidia silenciosa, un resentimiento que crecía como una hiedra venenosa en el jardín de su alma.

Una noche, mientras el viento aullaba a través de las almenas y las estrellas se ocultaban tras un velo de nubes oscuras, René fue traicionado. Armand, aprovechando la confianza de su amigo, lo entregó a las autoridades bajo falsos pretextos, buscando así consolidar su propio poder. René fue llevado a una torre olvidada, una prisión de piedra y soledad, donde solo el silencio era su compañía.

Pasaron los días, y la desolación se apoderó de su espíritu. Desde su ventana estrecha, observaba cómo los ideales por los que había luchado se desmoronaban. Los mismos amigos que había defendido con ardor ahora parecían haberse olvidado de él, absortos en sus propias ambiciones y codicias. Armand, erigido como líder, moldeaba las causas según sus propios intereses, traicionando los principios que una vez proclamaron.

René, en su exilio forzado, reflexionaba sobre el valor de sus sacrificios. Comprendió que en su entrega total a las causas ajenas, había perdido de vista su propia identidad, su propio horizonte. La lealtad que había mostrado a sus amigos se desvanecía ahora en el vacío de la traición y el olvido.

La torre se convirtió en un espejo de su alma, reflejando la desilusión y el desencanto. El mundo exterior, que había luchado por cambiar, continuaba su curso indiferente a su sufrimiento. René, antes faro de esperanza, se había transformado en un prisionero de sus propios ideales.

En una noche de luna llena, el resplandor plateado se colaba por la estrecha ventana, iluminando el rostro de René con una pálida luz. En ese momento de claridad, decidió que debía liberarse no solo de su prisión física, sino también de las cadenas de las causas ajenas que le habían cegado. Comprendió que para recuperar su horizonte debía reencontrarse consigo mismo, con sus propios valores y principios.

René, con una resolución renovada, comenzó a escribir en las paredes de su celda. Sus palabras, impregnadas de dolor y sabiduría, se convirtieron en un testimonio de su transformación. Ya no buscaba liderar multitudes ni luchar por causas grandiosas, sino encontrar su propia verdad en la simplicidad de su existencia.

El castillo, ajeno a su redención, continuaba su marcha implacable. René, ahora libre en espíritu aunque prisionero en cuerpo, halló en su soledad una paz que nunca antes había conocido. Los valores perdidos se convirtieron en un recuerdo lejano, y la deslealtad de los amigos, en una lección amarga pero necesaria.

Así, en los sombríos recovecos de su torre, René encontró la luz de su propio horizonte, lejos de las causas ajenas y las traiciones de aquellos que alguna vez consideró amigos.

viernes, 12 de julio de 2024

En el umbral de lo conocido y lo ignoto,
donde los mapas terminan y empieza el asombro,
surgen tus ojos verdes, profundos y remotos,
como océanos inexplorados, eternos en su asombro.

Son mares embravecidos, indómitos y libres,
ecos de aventuras en tierras lejanas,
en su verde brillo, el misterio suscribe,
historias de amor, tempestades y hazañas.

Verde como selvas en mundos olvidados,
donde criaturas míticas esconden sus secretos,
tus ojos son portales a sueños inacabados,
narran epopeyas de amores inquietos.

En sus abismos hallo mi brújula y mi norte,
en su rebeldía, el coraje de mil tempestades,
son faros que guían, sin temor ni corte,
navegaciones audaces hacia nuevas realidades.

Tus ojos son estrellas en galaxias perdidas,
constelaciones verdes que desafían la razón,
en su brillo indómito, encuentro mis vidas,
susurran al viento, promesas y pasión.

Julio Verne soñó con mundos sin fin,
con viajes profundos al centro de la tierra,
así yo me pierdo en tu mirar sin confín,
en la vasta inmensidad de tu verde esfera.

Tus ojos, mujer, son mapas por trazar,
son misterios que invitan a la exploración,
en su rebelde fulgor, quiero siempre estar,
navegar sus mares, perderme en su canción.

Oh, verdes ventanas a lo profundo y eterno,
guías de un viaje sin fin, sin retorno,
en su luz indómita, hallo mi invierno,
y mi verano, mi vida, mi entorno.

LAS RELACIONES ENTRE CIENCIA, TECNOLOGÍA, SOCIEDAD Y DESARROLLO.


Iniciare este escrito introduciendo un elemento importante para establecer relaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y desarrollo: el concepto de que la ciencia es cultural. Esto significa que cada cultura interpreta la ciencia de manera distinta a medida que evoluciona. Nos centraremos en la denominación cultural occidental, ya que es a la que pertenecemos.

La cultura occidental es una síntesis de diversas fuentes que se entrelazan y replantean constantemente. Esta cultura proporciona una visión de la humanidad basada en la transmisión de conocimientos, avances tecnológicos y dinámicas de desarrollo social, las cuales determinan qué debe ser investigado en el futuro.

A lo largo de la historia, muchos autores han definido la ciencia desde sus perspectivas cognitivas. Aunque cada uno se relaciona profundamente con su entorno, todos coinciden en que la ciencia es un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento. Surge cuando el conocimiento ordinario supera la percepción sensorial y se centra en la razón (inducción, deducción y analogía) para verificar la idea que se tiene de un objeto con el objeto mismo.

Comparando la definición de Ezequiel Ander-Egg en "Técnicas de investigación social" con la de Ramón Ruiz Limón en "Historia y evolución del pensamiento científico", encontramos grandes coincidencias, quedando solo espacio para la discusión semántica.

En su sentido más amplio, el término ciencia se emplea para denotar el conocimiento sistematizado en cualquier campo, pero suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable.

Harold I. Brown, en "La Nueva Filosofía de la Ciencia", destaca la importancia del observador sobre lo observado (o de las teorías sobre los datos de observación). Brown afirma: “En lugar de que las observaciones proporcionen los datos independientes con los cuales contrastar nuestras teorías, son las teorías fundamentales las que juegan el papel crucial a la hora de determinar lo que se observa, y la significación de los datos observacionales se modifica cuando tiene lugar una revolución científica”.

Aunque esta afirmación puede plantear errores, ya que parece proponer una conveniencia o relativismo donde los avances científicos ocurren independientemente de los datos observacionales, la realidad es que las revoluciones científicas y cambios de paradigma se producen porque las antiguas teorías no explicaban adecuadamente los datos que pretendían explicar. Es difícil que una teoría sin discrepancias con los datos sensibles sea desechada.

La teoría de la ciencia es presentada como una actividad humana a través de la cual el hombre ha intentado explicar la naturaleza y sus eventos, utilizando métodos que lo conducen a encontrar la verdad objetiva. Desde hace mucho tiempo, los encargados del método deductivo lo veían como una forma de llegar al conocimiento de la realidad, partiendo de la observación para llegar a la explicación. Más tarde, en la época moderna, con la aparición de la tecnología y algunos instrumentos, este método introdujo la experimentación.

El concepto "The science for science" cobra mayor validez cuando los procesos tecnológicos permiten el perfeccionamiento del proceso, donde el razonamiento y la experiencia nos llevan a escenarios en los que se parte de un problema, se llega a unos supuestos que son tratados de resolver mediante la comprobación, resultando en el respaldo de uno de los planteamientos, el cual se estandariza hasta convertirse en ley. En procesos complejos, la tecnología cobra mayor importancia, pues se reconoce que esos escenarios de comprobación no serían posibles sin los avances tecnológicos actuales.

Definiendo la tecnología, podríamos decir que es un conjunto de reglas instrumentales que prescriben un rumbo racional de actuación para lograr una meta previamente determinada, evaluada en función de su utilidad y eficacia práctica.

La tecnología es creada por el hombre para satisfacer las necesidades de la sociedad y fomentar el desarrollo. Está en constante avance y evolución, y todo aquello que nace de ella debe adaptarse a los cambios para no ser reemplazado por algo más eficiente.

Analizando los antecedentes de la tecnología, encontramos muchos de ellos tan antiguos como la humanidad misma. Estas técnicas han encontrado su fundamento en procedimientos experimentales y en la experiencia. Vivimos en una era tecnológica, responsable del desarrollo de muchas regiones en la actualidad. Sin embargo, existe el temor de que la tecnología esté al servicio de personas inadecuadas y esto nos conduzca a la destrucción de todo lo conocido. 

CALIDOS SUSURROS.

En el bosque seco murmura el viento,
Cálidos susurros acarician la hierba,
Olas doradas de la sabana,
Donde el sol arde implacable.


Las hojas crujen, quebradizas y marchitas,
Bajo el peso de un día abrasador,
Las flores, cansadas,
Derraman su esplendor y caen a la tierra.


El calor es denso y opresivo,
Se eleva de la tierra ardiente,
Envuelto en un abrazo sofocante,
Buscando refugio en la sombra.


Cada pétalo que cae lentamente,
Es un eco de la vida que se desvanece,
Un baile de despedida,
Entre el cielo azul y la tierra firme.


La hierba susurra historias de antaño,
De la lluvia que una vez la besó,
De verdes valles y ríos cantores,
Ahora solo recuerdos en el viento cálido.


El sol, implacable rey del mediodía,
Derrama su luz en un torrente de fuego,
Bañando el paisaje en un resplandor
Que arde con su fuerza y lágrimas.


Las flores caen como lágrimas de color,
Un tributo final a su efímera existencia,
Dibujan la tierra con un destello de vida,
En un mar de sombras y calor.


El viento continúa su viaje,
Mensajero de una época pasada,
Lleva consigo un perfume marchito,
Como un sueño de flores.


En este bosque seco y eterno,
Donde la hierba baila en el calor,
Y las flores caen como estrellas moribundas,
El sol se alza, brillante y solitario.




TARDE DE LLUVIA EN LA COSTA TRISTE.

La lluvia cae como lágrimas del cielo,
En las calles mojadas, el tiempo reposa
En suspiros eternos, lleno de tristeza
Y melancolía sin fin.

En el susurro del viento salado,
Las olas revelan oscuros secretos,
Bajo las nubes grises,
Toda la ciudad se envuelve en sombras.

Las luces de la calle, solitarias,
Brillan en la oscuridad como estrellas,
Perdidas en el cielo de las lágrimas,
Reflejan la eterna soledad.

Cada gota de agua besa la tierra,
Ecos de viejos amores resuenan,
Déjate llevar,
Sólo quedan huellas amargas del recuerdo.

Los guijarros, fríos y mojados,
Guardan las huellas de pasos tristes,
Esas almas errantes
Encuentran consuelo en el clamor del cielo.

El mar, agitado, canta
Un lamento profundo y antiguo,
Elegía por los sueños perdidos,
Por la esperanza de los náufragos.

En esta tarde llovizna,
Reina la tristeza,
Pinta tu corazón de gris,
En una ciudad costera que llora.






RINCONES OSCUROS DEL ALMA ERRANTE

Tus ojos, gemas insondables,
Me arrastraron a un Edén de dolor mortal,
En tu sonrisa fría y sin corazón,
Se oculta el látigo de mi amor fatal.


Mujer, encarnación del destino,
Rosa negra de fragancia venenosa,
En cada beso tuyo, espada ponzoñosa,
Destilas la miel más amarga y ominosa.


Tu piel de alabastro, fría como la muerte,
Bebo la esencia del veneno y la condenación,
En tu abrazo mortal encuentro mi suerte,
En el tormento de tu amor tóxico, mi perdición.


Egoísta y cruel, así te concibo,
Diosa impía de mi existencia torturada,
Sobre tus crueles rodillas me doblego,
Y mi alma es consumida por tu poder.


Mujeres, diosas y demonios, mi tormento eterno,
Hallé alegría en tu cruel gobierno;
En tu abrazo infernal me siento salvaje,
El amor es muerte que me devuelve la vida.



martes, 9 de julio de 2024

DE PIEDRAS PRECIOSAS Y DE PIROPOS.


Recientemente, vi un video de una mujer neoyorquina grabando lo que los hombres le decían mientras caminaba por las calles de Nueva York. Este video, subido a YouTube, se volvió viral rápidamente, generando una ola de comentarios. Para algunos, era irritante que más de 100 personas le dijeran cosas, mientras que otros lo veían como simples "piropos".

Este tema encendió foros de discusión entre quienes estaban a favor y en contra de los comentarios callejeros. Sin ser machista ni feminista, creo que esta práctica está muy ligada al género, ya que la mayoría de estas expresiones están dirigidas a mujeres. Dependiendo de sus experiencias, las mujeres pueden tener opiniones variadas sobre estos "poetas improvisados".

Si se tratara de frases agradables que exaltan su belleza, muchas mujeres podrían decir que les gustan los piropos, aunque les incomode la intromisión. Sin embargo, la realidad es que muchas personas insultan y ofenden, convirtiendo los piropos en algo vulgar y chocante. Por eso, la mayoría de las mujeres prefieren escuchar estos comentarios solo de personas que conocen o con las que tienen algún tipo de relación.

El tema es complejo y genera múltiples opiniones. La cuestión es: ¿cuándo el piropo pasó de ser un dulce canto de cortejo a un desentonado graznido de cuervo? Hoy en día, pocos se atreven a hacer buen uso del arte del piropo por temor a ser tildados de acosadores, mientras que los que lo hacen de manera irrespetuosa no tienen miedo de ser etiquetados así, ya que carecen de decoro y respeto.

Hagamos un poco de "arqueología documental" sobre los orígenes de la palabra "piropo". A diferencia de lo que muchos piensan, la palabra viene del griego "pyropus", que significa "rojo fuego". Los romanos adoptaron esta palabra para clasificar piedras finas de color rojo, como los rubíes, que simbolizaban el corazón y eran regalos de los galanes a sus cortejadas. Aquellos que no podían comprar rubíes recurrían a regalar palabras lindas, es decir, piropos.

Otras versiones más subjetivas sugieren que "pyro" significa "fuego" y "ops" significa "cara" u "ojos", refiriéndose a un fuego en el rostro o en los ojos. Sea cual sea el significado, todas coinciden en que los piropos hablan de belleza y agradar con objetos bonitos o palabras bellas.

En mi blog, quiero referirme a todas las personas que disfrutan halagar con palabras: no desvirtúen un legado que ha viajado desde la antigua Grecia hasta hoy. Exalten la belleza de manera respetuosa y apreciativa, usando palabras como tributo al rostro y los bellos ojos de quienes nos fascinan.

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